Quienes leyeron la invasión de las avispas ya sabrán que l@s niñ@s, muy enfadad@s, se declararon en huelga. Su jefa era Naza, a la que las ”las avispas” le habían provocado un desmayo y que no soportaba que le tomaran el pelo. Al día siguiente del suceso, se reunieron con quienes representaban al resto de las clases y acordaron plantarles cara a l@s adult@s. Así fue. Ni tan siquiera entraron en la escuela. Con unos tanques de cartón, que disparaban ramas en llamas, intentaron incendiar el colegio. Aunque lo intentaron, los padres y las madres, no pudieron hacer que volvieran a casa, porque fueron recibidos a punta de espada:
- ¡Tú! A tu madre está a punto de darle un soponcio. Vuelve a casa -dijo el padre de Manolo-.
- No -fue la única respuesta de él- ¡Encerradlo!
Vari@s niñ@s lo cogieron y se lo llevaron a una celda.
- ¿Cómo me has hecho esto a mí? ¡¡Mi propio hijo!!
Al cabo de una semana, el padre de Manolo no era el único, pues ya tenían en su poder a diez padres más. Mientras l@s niñ@s lo celebraban, en la Alcaldía, no paraban de intentar negociar con l@s pequeñ@s para que les concedieran la paz.
- ¿Y si les ofreciéramos a los responsables de que se enfadaran?
- Sí ¡Me parece una buena idea! ¡Vamos a por el director de la escuela!
Llegó otro día. Se celebró una reunión. Tod@s l@s habitantes de Santiago acudieron a la Plaza Roxa, lugar elegido para tener lugar el acontecimiento tan esperado de la última semana:
¡¡EL INTERCAMBIO DE PRISIONEROS!!
Allí estaban los dos bandos, cada uno con sus prisioneros: l@s adult@s con el director y l@s niñ@s con los padres.Tenían cara de niños buenos… Ahora que, en cuanto l@s pequeñ@s rebeldes tuvieron a su director en las manos, lo mazaron a tomatazo limpio.
Se hacía de noche y mientras l@s niñ@s volvían a casa con sus padres, el pobre director se quedó a pasar la noche atado en una farola de la plaza.
Raquel
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